Presentación

Sobre las autoras: Lorena, Elisa y Ana.

lunes, 25 de febrero de 2013

¡Tierra, trágame!


Seguro que como traductores os habéis enfrentado en más de una ocasión a alguna situación en la que habéis deseado que, literalmente, os tragase la Tierra. Porque, para bien o para mal, el traductor freelance en la mayoría de los casos está solo ante el peligro y debe aprender a lidiar con estas situaciones críticas de las que al final uno acaba saliendo airoso, aunque en determinados momentos cueste ver la luz al final del túnel.
 
A continuación os expongo algunas de estas situaciones de emergencia que yo he vivido con las que a buen seguro os sentís identificados.
 
Empiezo mencionando los problemas técnicos, que son los que a mí más me asustan. Debo admitir que yo no soy muy amiga de las máquinas y de las nuevas tecnologías pero estamos en la era de la informática y la necesidad de ponerse al día en este tema es incontestable.
Pero, ¿qué ocurre si en mitad de un proyecto de traducción se produce una avería en tu ordenador? ¿Y si de repente se va la luz y pierdes un documento que no habías guardado previamente? ¿Has tenido problemas con tu servidor justo el día en que tenías varias entregas importantes o cuando estabas pendiente de recibir un correo IM-PRES-CIN-DI-BLE?
Todo esto ocurre. ¡Dios mío! Claro que ocurre.

Para salir sin despeinarse de estas situaciones: o bien eres un lince e igual sirves para traducir al checo una patente del filtro anticontaminante atmosférico aéreo como para destripar el código de programación de tu pc - éste no es evidentemente mi caso -, o bien cuentas con los servicios de un experto informático al que puedas recurrir ante cualquier situación de crisis. Teniendo en cuenta nuestros horarios de trabajo, este informático debería estar a tu disposición casi como un médico de guardia, 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año. Porque, ¿para qué engañarnos?, estas cosas siempre pasan cuando más trabajo tienes y, casi sin duda, un Jueves Santo.

Y ya que estamos con los problemas técnicos, quiero hacer especial mención de las CAT tools. ¿Quién no ha sufrido algún tipo de bloqueo debido a un fallo o un uso incorrecto de una herramienta de traducción? ¿Te ha ocurrido ya alguna vez que le has dado a F8 al finalizar un proyecto en Trados Studio y te han salido más de mil errores de etiquetas? Para cortarse las venas, claro.
Para evitar estos problemas lo mejor es intentar dominar al máximo las herramientas de traducción antes de empezar a usarlas. Afortunadamente ahora existen muchas opciones para realizar cursos y páginas de asistencia de las propias empresas que las comercializan (www.sdl.com, www.star-group.net y www.wordfast.net, entre otros). Si eres de los míos y no has nacido con ese don innato, no desperdicies estas oportunidades.
 
Dejando a un lado los obstáculos técnicos, los traductores tenemos otro enemigo importante que es el tiempo. ¿Se te ha echado el tiempo encima alguna vez y has sentido que no podías cumplir los plazos acordados con el cliente para la entrega del proyecto? ¡Qué agobio! Ése es el momento en que piensas “¿Por qué acepté este encargo si sabía que el plazo era muy ajustado?” Para evitar estas situaciones de estrés es conveniente analizar bien el documento antes de aceptar el encargo, valorando no sólo la extensión, sino también el grado de dificultad y los posibles factores externos que pueden ralentizar el ritmo de la traducción. Y si a pesar de haberlo hecho te encuentras con que es viernes y aún te quedan más de 10.000 palabras para el lunes, despídete de tu vida social y familiar e incluso de descansar y a echarle horas delante del ordenador. Si te consuela, piensa que no serás el único traductor que estará trabajando a destajo. Ya sabes, mal de muchos…

Por último, quisiera mencionar también otro tema que a mí me genera mucha inquietud, no sólo por el tiempo que te hace perder, sino por la inseguridad que proporciona el desconocimiento, y es cuando no sabes cómo se traduce un término técnico y no eres capaz de encontrarlo con tus recursos habituales.
Ciertamente, por mucho que estés especializado en un tema concreto, es muy común que se cuelen expresiones de otros campos y a veces no es fácil dar con su traducción exacta.
Continuamente me estoy encontrando términos médicos muy específicos en las traducciones de índole jurídica: atestados de accidentes, autopsias, partes de heridas, bajas laborales por enfermedad, etc. Para estos casos lo mejor es, por un lado, consultar en los foros de traductores tales como Proz.com (www.proz.com) u otros que aparecen en el listado de recursos de traducción de nuestro blog. En ellos puedes ponerte en contacto con otros traductores de la especialidad que necesitas, lo que es de gran ayuda. Y, por otro, lo ideal es poder dirigirte directamente a un experto en la materia, en este caso, un médico, que es quien te va a dar la información más fidedigna.
 
Y es que, como decía al principio de esta entrada, aparentemente los traductores solemos trabajar solos pero en realidad nos rodeamos de profesionales de otros ámbitos que nos ayudan en nuestro día a día y nos hacen más fácil nuestra profesión.
 
Si te has sentido identificado con estas situaciones, cuéntanos cuáles has vivido tú como traductor y, desde luego, si tienes alguna solución para alguno de estos casos, estaremos encantados de que la compartas con nosotros. ¡Muchas gracias!

lunes, 18 de febrero de 2013

¿Cuánto cuesta una traducción?


                Hace un par de meses participé en un webinario impartido por Sebastien Yanni en el que incidía en la importancia de que usted, como cliente, entienda todos los parámetros que afectan al precio de una traducción. Asimismo, recordé que efectivamente la mayoría de los clientes nos hacen las mismas preguntas y muestran los mismos reparos cuando ofrecemos nuestro presupuesto. Por eso, con esta entrada pretendemos aclararle las dudas que surgen en torno a este tema.
                La primera pregunta que se hace cuando tiene que encargar la traducción de un documento es: ¿cuánto me va a costar? Sin embargo, habitualmente esa pregunta no se puede contestar con una simple búsqueda en internet, ya que la mayoría de los proveedores de estos servicios somos muy crípticos con el precio que aplicamos. El motivo de esta aparente falta de transparencia es que el precio de una traducción depende de diferentes variables. Por eso, a los traductores nos resulta imposible ofrecer una tarifa única.
Fijación de la tarifa mínima:
                Teniendo en cuenta los datos facilitados por Isabel García Cutillas en su entrada «Cómo se fija una tarifa», vamos a establecer un supuesto: el profesional al que desea encargarle su traducción tiene 8 años de experiencia en el ámbito de su documento. Se ha propuesto unos modestos ingresos anuales de 18.000€, trabaja la jornada completa con un rendimiento medio de unas 2.500 palabras al día y se permite 20 días de vacaciones al año. Teóricamente la tarifa mínima que puede aplicar para cubrir gastos e inversiones es de 0,06€/palabra. No obstante, no es un precio realista ya que como afirma Elizabeth Sánchez León: «Los traductores autónomos no tienen trabajo de manera constante», es decir, en la práctica no conseguimos traducir 2.500 palabras todos los días.
                Por otro lado, Pablo Muñoz Sánchez señala que cada profesional  debe considerar el valor que añade a un trabajo gracias a su experiencia. Por eso, en este caso concreto una tarifa mínima ajustada rondaría los 0,075€/palabra.
                Posiblemente, en este momento se esté preguntando: «Si este es el caso, ¿por qué a mí siempre me han aplicado una tarifa más elevada?». Para resolver esta duda, me he propuesto desglosar los presupuestos de tres documentos diferentes:
Ejemplo 1: se trata de una carta de correspondencia comercial invitando a los clientes a un congreso, es decir, es un texto de carácter general. Su combinación lingüística es de inglés a español y consta de aprox. 1.000 palabras. Además, es urgente, por lo que se ruega al traductor que la entregue ese mismo día. La finalidad del documento es de carácter privado.
Ejemplo 2: se trata del manual de reparación de una lavadora. Su combinación lingüística es de alemán a español y consta de aprox. 5.000 palabras. La especialidad del documento es técnica y la información que contiene compleja. La finalidad del documento es su publicación para los talleres.
Ejemplo 3: se trata de un certificado de nacimiento que se debe presentar en una institución oficial, por lo tanto, precisa el sello de un traductor jurado. Su combinación lingüística es de inglés a español y consta de aprox. 1.000 palabras. La especialidad del documento es jurídica y la información que contiene no es compleja. El cliente sólo posee un documento impreso y, por lo tanto, no puede facilitar una copia en un formato editable.
                Como señalábamos anteriormente el precio de una traducción depende de múltiples criterios. ¿Cuáles son los factores intervienen en la tarifa final que se aplica?
                A continuación, desglosaremos dichos factores en tres propuestas de presupuesto:


Documento
Carta
Manual
Certificado
1000
5000
1000
0,002
0
0
0,075
0,075
0,075
0
0,001
0
0
0,005
0,005
0
0,005
0
0,004
0,004
0,004
0,002
0,002
0,002
0
0
0,001
0
0
0,003
0
0,003
0,008
0
0,01
0,005
Tarifa final en €/palabra
0,083
0,105
0,103
Precio en € (IVA no incluido)
83
525
103
 
1)       Aunque no es recomendable, el cliente puede prescindir del trabajo de revisión efectuado por un segundo traductor.
Tenga en cuenta que los valores indicados en la tabla son meros ejemplos y que cada factor está sujeto a los criterios subjetivos de cada profesional.

                Como puede ver, antes de comprometernos con una tarifa debemos estudiar meticulosamente el documento que vamos a traducir para poder ofrecerle el mejor precio en función de sus características.
                Por último, nos gustaría introducir brevemente un interesante concepto que Sebastien Yanni explica en profundidad en el webinario mencionado al principio. Nos referimos a la pirámide de la virtud: se trata de un triángulo equilátero, cuyas aristas representan el precio, el plazo y la calidad. Con la ilustración podemos observar que al variar uno de dichos elementos, influimos directamente sobre los otros dos. Si reducimos el precio, también se reduce la calidad y el plazo y, viceversa. Según Sebastien, la virtud de esta pirámide radica en que es imposible obtener lo mejor de los tres factores a la vez. En este sentido, a la hora de negociar un precio debe ser consciente de cuáles son sus prioridades.
                Para concluir, esperamos que esta entrada les haya resultado útil y les animamos a que la comenten, formulen preguntas, expongan sus dudas y puntualicen cualquier dato que nos ayude mejorar la información que facilitamos.

Nota: En una próxima entrada desarrollaremos en profundidad cada uno de los factores que intervienen en la fijación de tarifas.

lunes, 11 de febrero de 2013

Cómo elegir un proveedor de servicios de traducción

Por Ana Bermúdez Carrasco


Como pasa en la mayoría de los ámbitos de la vida, al buscar un servicio o producto en lo primero que pensamos es en la rapidez y en el precio. Sin embargo, cuando comenzamos a evaluar los resultados de dicho servicio o producto nos damos cuenta de que la calidad debería primar sobre todo lo demás.

Como traductora, muchas veces me pregunto cómo seleccionan los clientes a sus traductores y llego a la conclusión de que quizá ellos mismos se preguntan cómo deberían seleccionarlos. Les ofrezco, por lo tanto, aquí una serie de pistas que deberían tener en cuenta a la hora de buscar un traductor si desean obtener un servicio de calidad.

Lo primero que un cliente tiene que tener claro es si necesita un servicio de traducción (escrito) o de interpretación (oral), de qué tipo (general o especializado), la combinación lingüística (de qué idioma a qué idioma) y de qué ámbito (jurídico, técnico, económico, etc.) para poder aportar esa información al proveedor que elija y recibir un presupuesto lo más preciso posible. También deberá cerciorarse de si necesita que su traducción sea jurada.

Una vez que tiene claro lo que necesita, el cliente tendrá que buscar un proveedor de servicios de traducción, que podrá ser un profesional autónomo o una agencia de traducción. Tanto si se trata de uno como de otro, es bueno que el cliente averigüe algunas de las siguientes cosas antes de decidirse:

  • Las combinaciones lingüísticas que ofrecen (incluidas variedades de un mismo idioma).

  • Los plazos que manejan.

  • Las tarifas.

  • El tipo de proceso que utilizan y si le ofrecen un servicio de revisión por un revisor diferente al traductor.

  • Si cuentan con profesionales de la traducción especializados en el ámbito que usted necesita traducir.

  • Si cuentan con traductores jurados en caso de que lo necesite.

  • Si los traductores (o como mínimo los revisores) son nativos de la lengua hacia la que traducen (o revisan).

  • Si son capaces de proporcionar presupuesto con precio y plazo de entrega detallados.

  • Si sus competencias como traductor son demostrables. Lo ideal en este sentido es conjugar formación y experiencia.

  • Si tiene visibilidad en la web y puede localizarse a través de una dirección física concreta y un teléfono fijo (no sólo móvil). Es buen indicio que la página web esté en un servidor de pago y no en uno gratuito.


En ningún momento se habrán de tomar estas ideas como inexcusables sino que se buscará el mejor equilibrio posible entre todas ellas. Una vez que el cliente haya realizado esta evaluación, entonces podrá seleccionar en base al precio, pero nunca deberá realizar el proceso al revés si no quiere tener que hacerlo dos veces.

Mi última recomendación es que no olvide nunca el componente humano. Seleccione un proveedor de servicios que le resulte agradable y que se muestre disponible a responder a cualquier duda o sugerencia que usted como cliente pudiera tener y que le asesore de manera gratuita sobre el proceso.

En futuras publicaciones, hablaremos sobre las ventajas de las agencias sobre los traductores autónomos y viceversa.
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